Alternativas educativas - romper la tradición educativa

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Compartido por María Eliza Acosta para Edupasión

En la necesidad de buscar calidad educativa, los organismos reguladores han tenido que establecer estándares y normas de lo que se espera sea la educación y el perfil de quienes salen de ese sistema educativo; parcializando así la valoración de los logros de un educando, donde solo se potencia ciertas áreas de aprendizaje o características de la persona, que cuando llegan a lo que, popularmente, decimos vida real no son considerados suficientes.

La educación, por todo lo que vemos está en el currículo, sigue siendo entendida como la transmisión de conocimientos y, en la actualidad, la producción del conocimiento es tan vertiginoso que esta tarea de trasmisión es imposible. Esto nos lleva a pensar que la única forma en que podemos enfrentar esta realidad es acompañar a los chicos[1] para que aprendan a aprender. Pensar que solo hay una forma de educar o de aprender nos limita.

Gracias a postulados teóricos como: inteligencias múltiples[2], aprendizaje ágil[3], pedagogía líquida, bosque escuelas[4] y formación integral, comprendemos que podemos plantear alternativas en la estructura de la escuela, proponer diversidad en la metodología a emplearse en los espacios educativos; que hay otras formas de relación entre los actores involucrados: familias, educadores, estudiantes y comunidad, que la valoración y evaluación de aprendizajes no debe ser solo cuantitativa y sobretodo que podemos educar respetando al individuo, su realidad local y las características del espacio en el que habita.

Tener alternativas y opciones educativas nos invita a realizar una decisión consciente de lo que queremos y cómo queremos educar, ya seamos educadores o familias, y permitir también que el estudiante/destinatario también decida cómo quiere aprender. Para tomar esta decisión no nos queda más que investigar y exigir, asumir la responsabilidad, lo que significa mayor compromiso y participación de los diferentes actores.

El generar alternativas educativas, no concebidas como espacios extra sino como espacios reconocidos, respaldados y hasta promovidos permitirá, además de un enriquecimiento de la educación en general, una producción propia y contextualizada sobre educación.

Hablar de educación alternativa es confiar en la capacidad humana, capacidad comunitaria, reconocer el valor de los profesionales en educación, involucrar a la familia y transformar la teoría en buenas prácticas. Necesitamos la promoción de prácticas educativas alternativas para la creación de una sociedad diversa, tolerante y resiliente.

La propuesta de educación alternativa es ante lo observable en la educación tradicional, que fue planeada en una realidad del siglo pasado en la época de una expansión industrial importante y responde a un sistema de producción y consumo.

Para explicar la necesidad de romper la tradición educativa que no permite al ser humano su mayor expresión, podemos ir analizando algunos elementos de como está planteada la escuela.

Primero el currículo obligatorio, tanto docente com o institución tienen la exigencia de conocer, cumplir, lograr y, pese a la supuesta flexibilidad de ciertas escuelas, quien está a cargo se ve obligado maniobrar con una serie de técnicas o estrategias para “convencer” al niño[5] de que se interese por dicho contenido; esto en el mejor de los casos, puesto se ha utilizado a las calificaciones como instrumento para lograr dedicación, donde es evidente que el conductismo clásico de premio y castigo resulta ser la única salida. Por consiguiente, características humanas como la creatividad, la iniciativa, la motivación intrínseca y la intencionalidad se truncan, cuando al fin y al cabo nos convertimos en un número o en  parte de una estadística,  según el criterio unilateral de la persona que tiene el poder, afectando a la vez a la actitud del individuo que buscará aprobar más que aprender y no utilizará a la evaluación como un instrumento de retroalimentación.

Con respecto a la estructura, es impresionante la similitud que posee el diseño de la escuela con un centro de privación de libertad[6], si bien es por temor al riesgo sobre seguridad de los chicos, se han levantado muros que no dejan de dar una sensación de encarcelamiento. La organización de las aulas clasificando por edades en pequeñas habitaciones a los estudiantes, no hace más que limitar la socialización que quizá se espera se dé en 20 minutos en el recreo  siendo, supuestamente este un punto a favor de la escuela. ¿Realmente se da una socialización sana?  ¿Hay espacio para moverse?  Cuando los niños, para aprender,  necesitan jugar y mucha actividad y los adolescentes la oportunidad de comunicarse con otros para un aprendizaje cooperativo.

Otro elemento a pensar es el uniforme, que es la representación de normas establecidas y no construidas, donde no hay más opción que acatar lo establecido y dejando claro que no eres el protagonista de lo que puede suceder en tu entorno. En lugar de pasar tanto tiempo verificando el cumplimiento de esas normas impuestas, se podría generar procesos donde los mismos educandos establezcan un sano funcionamiento y participación, para reflejar las particularidades, promoviendo la diversidad que lleve a la tolerancia y una educación orientada hacia la paz.

Se dice que necesitaríamos otra cultura y realidad para cambiar la educación pero considero que debemos romper la estructura educativa para que nuestra cultura y realidad mejore.


[1] Cuando nos referimos a chicos incluye chicos y chicas.

[2] Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica, Howard Gardner

[3] https://agilelearningcenters.org/centros-de-aprendizaje-agil-2/

[4] http://www.bosquescuelas.com/

[5] Al referirnos a niño incluye niño y niña

[6] Peter Gray en su libro Libres para Aprender profundiza el tema de la similitud de las escuelas con las cárceles.