DOCENTES
Publicado por Edupasión en El mundo de la docencia el 23/04/2019

¿ángeles o demonios?
Roque Iturralde
Para Edupasión
Todas las personas que hemos tenido acceso a la educación formal, tenemos en nuestra memoria a esos personajes infaltables; profesores, profesoras, inspectores, dirigentes. En fin, ese grupo al que de manera genérica llamamos docentes.
La memoria y la percepción sobre los docentes, es tan diversa como diversas son las personas cuyas opiniones hemos indagado, como tan diversas personas son los propios docentes y sus formas de entender su tarea y tan diversas como diversas son las experiencias vividas en esa relación alumno-maestro; pero en todo caso, todos tenemos en nuestra memoria algún recuerdo, alguna valoración y alguna opinión sobre los docentes.
En distintos ejercicios de indagación, formal e informalmente realizados, hemos puesto oído atento a lo que la gente tiene para decir sobre los docentes y, en este espacio, quisiéramos resumir unas pocas visiones que, de alguna manera, agrupan a muchas de las opiniones escuchadas.
Ese ángel guardián de nuestros niños
Personaje ideal para discursos sensibles y emotivos, el docente suele ser citado como ese ser maravilloso, mítico, casi angelical, que se encarga de transmitir a nuestra niñez conocimientos, valores, costumbres y hábitos.
A la hora de los elogios, emergen del recuerdo las poesías llenas de gratitud y admiración por la profesora que nos enseñó las letras con ternura, o el maestro que forjó nuestro carácter con amorosa disciplina.
En todo caso, casi todo el mundo tiene el recuerdo de uno de esos seres que, de una manera o de otra, marcó algún momento nuestra vida de manera indeleble. Aquel que nos contagió la pasión por la lectura, la profesora que nos dio un consejo que nos devolvió la esperanza, el increíble “profe de mate” que supo convertir los números en juegos fascinantes.
Ese demonio sin vocación
No obstante, a la hora de valorar la educación en nuestro medio, hay un ser que surge como el gran acusado del fracaso del sistema: el docente. Una percepción bastante difundida sobre maestras y maestros como seres sin una vocación real; que hacen de su carrera un simple ejercicio laboral motivado estrictamente por el beneficios económicos; que tienen una preparación básica y acotada al área de su materia; que se limitan a repetir conocimientos y evaluar a aquellos que los repiten sin cuestionar; que responden, en muchos casos, a consignas políticas; que son maltratadores y autoritarios, entre otras maneras de juzgar su tarea.
Cabe mencionar que esta percepción se ha visto reforzada en los últimos años, gracias a dos fenómenos mediáticos: uno, la creciente ola de denuncias sobre maltratos y abusos sexuales de docentes en muchas partes del mundo; dos, una estrategia de descalificación del docente ejecutada desde los más altos niveles del poder público en nuestro medio.
Ese simple ser humano
Hay una visión que pocas veces tenemos oportunidad de conocer y analizar. La que tienen de sí mismos los profesionales de la docencia. Destacamos, en esta ocasión, un aspecto que nos ha parecido fundamental en los hallazgos de las indagaciones realizadas y es aquél según el cual el Maestro se mira hacia adentro y se entiende como un ser humano, un simple ser humano que vive, que sufre, que tiene alegrías y desencantos, que se siente presionado a dejar “colgados en la percha” al entrar al aula sus emociones y sus sentimientos y que no consigue, humano al fin, desconectarse de su ser interior para ser un ente neutral, objetivo, desapasionado y sin emociones para relacionarse de “manera aséptica” con sus aprendices.
Nos queda resonando la conversación con un docente quien nos relata un momento, un simple momento de su gestión en la institución; ese instante en que, terminadas las clases y los exámenes, entra al aula una vez más a recoger sus cosas y la encuentra vacía, y sabe que ese grupo de aprendices ya no está, ya no estará, y piensa-siente, que son un poco como los hijos que un día se van y comprende, más bien confirma, que la docencia es, por sobre todo, un acto de pasión en el que entrega día a día todo lo que tiene.
Los profesionales de la docencia constituyen uno de los ejes que logran mantener al mundo de la educación en movimiento y evolución. Repensar la educación apasionadamente, requiere contar con los saberes, la experiencia y la visión de estos ángeles o demonios, en todo caso de estos simples seres humanos reales y apasionados.
NOTA: Los contenidos expresados en este texto responden al criterio de sus autores y no necesariamente representan la opinión oficial de EDUPASIÓN ni de sus promotores.
mónica jara
junio 21, 2019 at 12:34 am,
muy interesante artículo , coincido plenamente con la visiób del autor en lo que se refiere al demonio sin vocación,
Me atrevo a señalar después de más de 20 años de docencia que el problema grande de la educación es que está en manos de profesionales de diferentes especializaciones, que buscaron la docencia como un mecanismo de supervivencia al no encontrar en su profesión un espacio de desarrollo.
Yo soy docente por vocación y decisión, me encanta enseñar, me apasiona la rebeldia e imprudencia adolescente, soy de las pocas personas bendecidas al trabajar en mi hobby. sin embargo he podido ver con tristeza que en los centros educativos llegan a ser docentes y aún a ser rectores, secretarias bilingües, ingenieros, médicos, arquitectos, abogados y muchos mas profesionales cada uno inmejorable en su área pero con ninguna vocación de maestro.
¿Cómo le pedimos a un ingeniero que enseña matemáticas que se apasione por los alumnos cuando no estudio paa eso, cuando ser maestro fue una alternativa emergente de empleo? muy difícil superar nuestro sistema educativo cuando tenemos muy pocos maestros y en definitiva quíen quiere estudiar pedagogía si a las instituciones educativas no les importa el título que se tenga con que puedan llegar a un acuerdo económico.
nadie pone un hospital en manos de un artesano porque aunque sea muy bueno para su campo no sabe como curar cuerpos pero si ponemos la vida y educación de nuestros niños en manos de cualquiera que haya pasado por la universidad. para mi ese es el gran fracaso de nuestro sistema educativo pocos, muy pocos docentes por vocación, convicción y afición.