¿POR QUÉ SE DAÑA LA OSCURIDAD?
Publicado por Edupasión en La Voz de Edupasión el 14/06/2019

Roque Iturralde – Para Edupasión
Llevamos nuestros niños por primera vez a la escuela; vamos cargados de expectativas. Esperamos que les vaya bien, que su paso por el sistema educativo les resulte grato (si es posible) y útil (necesariamente). Esperamos que tengan un ambiente sano y seguro y que sus docentes sean personas sabias que llenen sus pequeñas cabecitas, de todas las respuestas que desde ese momento (y por siempre) la vida les exigirá.
- ¿Qué te enseñaron hoy en la escuela? – les recibe la mamá o el abuelo o el papá… y el pequeño nos responde -la letra A, es como unas patitas abiertas, como una escalera-
Nos sentimos orgullosos, ya tiene la primera respuesta. Cuando alguien les pregunte, cómo es la letra A, ya podrán decir que es como unas patitas abiertas, como una escalera.
Y así, avanzan los años; cada día regresa del aula con una respuesta. Ya cuando se está convirtiendo en un joven prometedor, es capaz de repetir de memoria que el trinomio cuadrado perfecto es el resultado de elevar un binomio al cuadrado. Nos sorprendemos, somos felices.
Con cierta mezcla de nostalgia y orgullo recordamos cómo este joven que hoy tiene respuestas tan claras, hacía cuando era un niño preguntas tan absurdas como “¿por qué se daña la oscuridad?” cuando al entrar en una habitación encendíamos la luz. Y recordamos también que no teníamos respuesta válida y simple, así como cuando nos preguntaba, mirando por la ventana del bus en el que íbamos al campo “¿a dónde se van los árboles?”
Mirado a la distancia, tras muchos años de respuestas repetidas, quizá pensamos que habría sido muy útil valorar sus preguntas absurdas de ese tiempo y motivarle a que las siga haciendo hasta que pueda descubrir sus propias explicaciones.